viernes, 1 de junio de 2007

Se busca novela

Mi novela se llamaba (¿se llama?) Nunca quise y era una obra eficaz, profunda, sofisticada, ambiciosa. Hasta que tuve la infeliz idea de llevar parte de ese obra fragmentada al taller y ahí mis compañeros la convirtieron, por obra y gracia de sus comentarios, en un proyecto inviable, defectuoso y hasta manido. Nunca quise se puso grave desde entonces. Lleva casi tres semanas en coma y yo no sé si dejarla morir, aunque, lo confieso, ya no me importaría tanto como antes de las severas estacadas.
Ya hablando en serio, mi novela, efectivamente, está en crisis. Pero no son los responsables mis compañeros, a quienes tanto agradezco sus comentarios, los positivos y los negativos. Sucede, más bien, que ya no sé si acabar la novela tal como la tenía proyectada me satisfaría como escritor.
Les explico: el procedimiento principal de la novela consiste en alternar diversos planos narrativos significativamente, lo que daría una idea más o menos cabal de los distintos aspectos del mundo narrado. Pero estoy hasta los cojones de los planos alternados, tan vargasllosianos ellos. Las novelas de Vargas Llosa, sobre todo las mejores, me siguen encantando, pero no creo poder escribir novelas originales, como pretendo, que exploren nuevas formas, con un procedimiento como ese. Laura Restrepo escribió su excelente novela Delirio (2004) con base en ese procedimiento. Pero, me parece, no es lo que quiero hacer, aun con la posibilidad de que, con esfuerzo, resultara una novela al menos digna.
Entonces, lo que hago ahora mientras escribo esporádicamente los cuentos para mi tercer libro es preguntarme si vale la pena retomar Nunca quise desde otra perspectiva o de plano abandonarla, al menos temporalmente y sin fecha de regreso, en favor de otro proyecto. Proyectos, hay mucho. Pero cada uno de ellos, supongo, exigirá continuidad y una buena dosis de inseguridad, de dudas, de desánimo. En suma: de sufrimiento.
La escritura de cuentos me parece un oficio digno y estimulante en sí, pero me da pavor quedarme solo en cuentista, pues quiero ser, sobre todo, novelista. Ya ha escrito una novela (de planos alternados, por cierto), pero la siento apenas como un ejercicio que ha tenido la utilidad, además de haber sido una catarsis, de haberme demostrado a mí mismo que soy capaz de escribir novelas.
Me parece que, así como en el siglo XX lo hubo, en el siglo XXI habrá un cambio significativo en la novela como género, que la convierta en una manifestación capaz de expresar la vida contemporánea, de sugerirla, al menos, en toda su complejidad. Estoy en busca de ese cambio, de esa coyuntura.


Javo

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